Era
un nuevo día, el sol estaba más radiante de lo normal. Mamá haciendo el
desayuno y yo alistándome para un nuevo día de colegio. Las personas
transcurrían normalmente por las calles directo a su trabajo.
El sol estaba cada más raro, parecía
agrandarse conforme pasaban los minutos y cada vez quemaba más y más.
Todo paso rápido, en un abrir y cerrar de
ojos me encontraba de camino al colegio. Era muy extraño ver a las personas
pasar, todas estaban con una mirada fría y caminaban con la vista en alto sin
fijarse hacia donde iban.
Yo andaba tranquilo con mi uniforme del
colegio, una camisa blanca y un pantalón plomo, típico de los colegios
públicos. Hasta ahora me parecía un misterios saber que hacia Ben en ese colegio,
siendo de una clase social más alta.
Me pareció raro encontrarme con Ben camino
al colegio, no estaba aun en cama. Fui hacia él y lo salude, era extraño que no
notase que yo estaba a su costado y que no me hablase. Me estaba comenzando a
asustar, todo esto era muy extraño, las personas caminaban como zombis, mi
mejor amigo no me hablaba y el sol que se agrandaba y ardía cada vez más.
Los nervios me estaban atacando, no podía
mover ni un dedo. Fijé mi mirada al cielo, el sol parecía estar muy cerca y
ahora cada segundo estaba más y más cerca.
- Eso…
– fue lo único que pude balbucear.
Y era verdad eso… eso no era el sol. Era
un meteorito que se acercaba muy deprisa.
- Armagedón
– fue la única palabra de dijo Ben.
De pronto todo sucedió. El meteorito chocó
con la tierra, todo el cielo se volvió rojo, Ben estaba a mi costado como si
nada hubiese pasado, se encontraba muy serio. Mientras todos los demás gritaban
escandalizados de un lado hacia otro.
Era muy aterrador ver esto. No sabía qué
hacer, había personas quemándose delante de mí, me quede helado. En ese momento
se escuchó una carcajada, una que al solo escucharla me dejó la piel de
gallina. Ben había cambiado de atuendo, estaba con una capa negra que tapaba
sus ojos solo se veía sus labios, en ellos una sonrisa. Era Ben quien estaba
riéndose, se encontraba eufórico ante tanta destrucción.
- Ben,
tú… – balbuceé nuevamente antes de caer desmayado.
Desperté todo sudoroso. “Fue solo una
pesadilla”, me decía una y otra vez. Aun tenía en mi mente ese rostro aterrador
de mí mejor amigo, por un momento pude notar que tenía los ojos rojos. Tampoco
pude entender el significado de la palabra que había pronunciado “Armagedón”.
Traté de tener la mente tranquila todo el
día, parecía algo imposible imágenes tras imágenes rodeaban mi mente, hasta que
una llamo mi atención. Fue exactamente lo que pasó ayer, el primer capítulo del
libro, de solo ver las imágenes de cómo yo pude destruir y a la vez reconstruir
un objeto, me dio una gran idea…
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