jueves, 31 de mayo de 2012

El Asesino Volvió a Atacar


Llegue a la puerta y la señora Donson aun no se encontraba ahí, miré alrededor de la casa y pude ver que el cuadro que me había llamado la atención la primera vez que vine a casa de Ben ya no se encontraba en su lugar, me acerque para ver mejor y sentí un viento helado en la espalda, la señora Donson casi me mata de un susto.
-       Joven, la salida es por la otra dirección – fue lo único que dijo y camino hacia la puerta.
     Caminar junto a la señora Donson era aterrador, en especial con esa capa negra que siempre llevaba puesta, el cual solo mostraba su rostro arrugado. “¿Cómo podía, Ben, dejar que alguien así le dé de comer?” comentaba en mis adentros.
-       Hasta luego joven – dijo la señora Donson abriendo la puerta de salida casi sin aliento
-       Hasta luego – repetí y me fui corriendo.
     Corrí solo hasta que la señora Donson cerrase la puerta, y luego comencé a caminar sin parar de sonreír, por fin mi amigo ya se encontraba bien, ahora podríamos jugar tranquilos como niños normales y olvidarnos lo del libro y de mis aterradoras pesadillas.
     Andaba y andaba en dirección a mi casa contento, en un momento pensé que me iba arrugar como la señora Donson de tanto sonreír, pero dudaba que la vida de la señora Donson haya sido puras risas.
     Casi no había nadie en las calles, no me parecía muy extraño era un distrito muy tranquilo y casi nunca pasaba nada. Cuando cruce la calle sentí que algo me asfixiaba mis pulmones no se movían, me sostuve del semáforo que se encontraba justo a mi costado para no caerme, puse otra mano en mi boca y comencé a toser, tanto que cuando vi tenía sangre en mi mano.
     Quede estupefacto cuando vi sangre en mi mano, casi no podía mantenerme parado, miré hacia un lado y pude ver en la ventana de una casa mi reflejo mi ojo derecho era distinto, estaba muy rojo era igual que la sangre un rojo carmesí. Pude verme en mi reflejo carcajeándome, una risa espeluznante, en ese momento mi cuerpo dejo de obedecerme.
     Las personas que se encontraban cerca, se acercaban de poco para ver que me sucedía, yo ya no podía hacer nada mi cuerpo se movía solo, mis manos no eran las mismas tenían garras, volví a ver mi reflejo y el que estaba ahí ya no era yo, había cambiado completamente parecía una especia de demonio.
-       Niño, ¿te encuentras bien? – preguntó una señora tocándome las espalda.
     No le pude responder, no pude pedirle que me ayude, yo no era consciente de lo que hacía. Mi cuerpo se movió lentamente hacia la señora que había puesto su mano en mi hombro, le cogí de la muñeca luego la tome del cuello y deje que me mirase fijamente a los ojos.
-       ¿Qué es lo que te pasa?, ¡suéltame! – comenzó a gritar.
-       No vuelvas a tocarme – dije, pero era una voz muy distinta, más gruesa y fuerte – jamás… – tome sus manos y se las arranque.
     Comencé a reír descabelladamente, la sujete más fuerte y la acerque más a mí. Le clave las garras, que me habían salido en la mano, en su estomago. La señora continuaba gritando más y más fuerte, cosa que atrajo más personas hacia donde me encontraba.
     Sus gritos parecían como canciones para mí, eso alimentaba más y más este instinto asesino que apareció de pronto. Cuando me canse de oírla la tome con ambas manos la cabeza para luego destrozarle el cuello.
     Las demás personas que se encontraban cerca, algunas se quedaron paralizadas y otras trataron de huir corriendo. Cosa que fue inútil, tenía una gran velocidad y nadie podía escapar de mí. Las personas caían una por una, nadie podía escaparse de mí. No termine hasta dejar un gran rio de sangre sobre la pista y luego mi demente espectáculo terminó con una gran risa de satisfacción.
     Cuando pude reaccionar y contralar mi cuerpo nuevamente caí de rodillas, me sentía perplejo no podía creer lo que acababa de suceder, toda la calle estaba llena de un mar de sangre, fue casi como lo que paso el otro día con el asesi…
-       El asesino… ¿yo… yo… soy el asesino? – comencé a llorar.
     No solo era el asesino de hace unos días, sino también ya sabía el motivo por el cual siempre estaba solo, siempre cuando conocía a alguien ese misma noche un familiar suyo fallecía y a la mañana siguiente ya se estaban mudando asustados o simplemente hacían como si no existiese.
     No paso mucho tiempo para escuchar las sirenas de las policías que se acercaban a toda velocidad a la escena. Me pare, seque las lagrimas y salió corriendo hacia otro lugar para que no me encuentre, no quería lidiar con preguntas y mucho menos que la policía me llevase a casa sin poder darle una razón a mi mamá de lo que había sucedido, tampoco quería preocuparla.
     Comencé a correr y una sombra comenzó a guiarme el camino por el cual dirigirme, no podía reconocer bien quién era, pero una ayuda en este momento era bien recibida.
     Llegue a mi casa en un santiamén, di la vuelta para agradecer al que me había guiado a casa y ya no se encontraba.
-       Gracias de todos modos – balbuceé al viento…

No hay comentarios:

Publicar un comentario