jueves, 26 de julio de 2012

Lilly Smith


-       No… no te preocupes, fue mi culpa por quedarme parada sin moverme – respondió la chica soltándome la mano.
-       Disculpa… – volví a repetir agachando la cabeza.
-       Enserio, no hay problema – dijo sonriendo, lo que ilumino aun mas su perfecto y bello rostro – mi nombre es Lilly… Lilly Smith.
     Quede plasmado al ver su perfecta sonrisa, estuve viéndola fijamente para poder ver perfectamente su siguiente movimiento. No pude responderle mi nombre y no podía hablar bien, trate de decirle mi nombre pero un pequeño tartamudeo hizo que me callase.
-       Me llamo Ben y este tomate es Patrick – se apuro Ben al ver mis reacciones. Le tomo la mano y Lilly volvió a quedarse absorta.
     Podría quedarme viéndola así todo el tiempo, pero Ben, impulsivo como es, la comenzó a mover para que saliera de su mente.
-       Oye Patrick, creo que ella está loca – me dijo Ben al oído.
-       Un gusto en conocerlos – respondió cuando volvió a parpadear.
-       Y… ¿qué haces aquí, estás sola? – pregunto Ben curiosamente.
-       Pues… yo prácticamente trabajo aquí y si estoy sola mis padres no están – respondió un poco nerviosa.
-       ¿Qué? – nos asombramos Ben y yo.
-       ¿Cómo es que trabajas aquí?, ¿no eres muy chica como para trabajar? – pregunté.
-       Sí, pero es algo que debo hacer, mis padres… mis padres fallecieron…
-       Lo lamento mucho, pero ¿cómo es que terminaste aquí?
-       Bueno mis padres trabajan aquí en el parque de diversiones y eran muy amigos del dueño, casi parecían una familia. Esos tiempos eran muy bonitos según me conto Jorge, el dueño del parque de diversiones. Mi padre era una gran acróbata y mi madre una gran adivina. Soy muy admiradora de mi madre, Jorge me conto que ella pudo visualizarme en un futuro de come iba a ser y me dibujo, tengo el dibujo en un marco, es muy perfecto.
     >> En un tiempo hubo algunos problemas con el parque de diversiones, las visitas eran muy pocas y no había dinero suficiente para poder llevar a mi madre a un hospital, al momento de darme a luz. Mi madre no pudo aguantar tanto y falleció en el instante que nací, por otro lado mi padre al saber que perdió a su gran amor cayó en malas juntas y por desgracia en el alcoholismo. Él falleció por su gran depresión y por su maldito alcoholismo, pero creo que mi madre sabía eso. Debajo de mi cuna encontraron una pequeña carta de mi madre, pidiéndole de favor a Jorge que me cuidara y tratase como una sobrina o si podía como a su propia hija.
     >> Jorge fue muy generoso al criarme desde que nací, antes que viera la carta igual me cuidaba él, porque mi padre casi nunca estaba. Tomó un gran cariño hacia mí, pero ahora que ya soy un poco mayor tengo que trabajar para poder alimentarme, ya que el dinero aquí no se hace fácil, y ahora solo me queda mejorar mis habilidades.
     Ben y yo nos quedamos sorprendidos de su historia. A cada uno de nosotros dos nos faltaba uno de los dos padres, así que podíamos aun tener el cariño del otro. A diferencia de Lilly, ella perdió a ambos, pero felizmente una persona se hizo responsable, lo peor de todo es que aun así ella tiene que trabajar para poder alimentarse.
-       Tú debes de ser el chico del terremoto… ¿no? – pregunto mirándome fijamente a los ojos.
-       ¿Cómo lo sabes… también eres adivina, como tu madre? – le pregunte nervioso.
-       Bueno puedo adivinar un poco, pero me falta perfeccionarme para ser igual que mi madre. Pero tú fuiste del quién se hablo todo un tiempo por todo el colegio – respondió sonriendo.
-       ¿Es… eso es enserio, Ben, todos estaban hablando de mí? – Ben solo asintió sin decir nada – y… ¿también estas en nuestro colegio?
-       Si – fue lo único que dijo
-       Entonces como no estás en nuestro salón – replico Ben en el instante que Lilly término de hablar.
-       Pues… yo estoy en segundo de secundaría – volvió a sonreír.
     ¿Segundo de secundaría?... era mayor que Ben y yo, nosotros recién nos encontrábamos en primer de secundaría, yo había pensado que era un niña de mi edad, pero la buena noticia era que estaba en nuestro mismo colegio, aun así podría volver a verla.
-       Hasta lo que sé el chico terremoto…
-       Patrick, por favor – le corte la frase para que deje de pronunciar ese apodo que me trae malos recuerdos.
-       Está bien, hasta lo que sé Patrick esta en primer de secundaría, eso quiere decir que tu, Ben – hizo una pausa – Ben ¿verdad? – Ben asintió – estas con él en el mismo grado también.
-       Si es verdad, ambos estamos en primer de secundaría… pero eso no es problema para ti ¿verdad? – le dijo Ben
-       No, me caen muy bien, al parecer seremos muy buenos amigos – comento tomándonos la mano a Ben y a mí
     Nuevamente se quedo parada, sin parpadear, no nos soltaba las manos y no movía ni un solo musculo. Al poco tiempo Ben se desesperó y trato de soltarse. Poco después Lilly volvió en sí botando una lágrima, pero sin que Ben se percatara.
-       Bueno… ¿quién quiere ir por un helado? – dijo Ben - ¿vamos Patrick? – asentí - ¿tú también vas Lilly?
-       Pues creo que puedo ir un momento… si Jorge me ve haciendo otras cosas me va a regañar – hizo una pequeña pausa para relajarse – si nos ve por favor díganle que ustedes se perdieron
-       Está bien, a por los helados – dijo Ben jalándonos de la mano a Lilly y a mí, ya no me pareció extraño.
-       ¿Siempre es así? – me miro para preguntarme
-       Si – fue lo único que le dije
     Llegamos al puesto de helado, Lilly ya se había relajado, al parecer el señor Jorge no se encontraba cerca para poder atraparla infraganti. Ben se había pedido un gran helado de chocolate, vainilla y choco chip. A diferencia de él Lilly solo pidió  un pequeño barquillo de menta, y yo al demorarme por no saber que pedir, Ben me pidió un gran baso de helado con diferentes sabores, no sabía el nombre de la mitad de ellos.
     Cuando la señorita heladera me entregó el helado, parecía una gran montaña. Quede con los ojos abierto de solo ver ese gran baso de helado delante de mí, no podía creer que otras personas pudiesen terminar ese helado y tampoco creía que yo lo iba a terminar.
-       Muchas gracias Ben – le dijo Lilly disfrutando agradablemente su helado
-       Ben… realmente crees que me voy a terminar toda esta montaña de helado – le dije viendo fijamente el helado de abajo hacia arriba.
-       De nada Lilly – le respondió primero – Veras, Patrick, cuando empieces a comer un bocado nadie te va a detener, anda prueba un poco
     Tome la cuchara y solo cogí un poco del helado para poder probarlo poco a poco. Poco a poco, fue lo que pensé al principio, pero el helado estaba realmente delicioso, ya no importaba tomar cucharadas pequeñas. Comía grandes cantidades de helado, ya no hablaba y en un dos por tres el helado ya se había acabado.
-       Vaya… y así decías que no ibas a terminar – comento Ben, lo que hizo que Lilly riera un poco.
-       Toma – me paso Lilly una servilleta – límpiate
-       Gracias – sonreí y me volví a poner colorado
-       Ya volvió el señor tomate – dijo Ben
     Mientras Ben y Lilly terminaban su helado, estuvimos hablando del colegio que nos parecía y como nos sentíamos, cosas por el estilo. Ben y yo habíamos entablado una gran amistad con Lilly, ella era una persona muy agradable y también muy parlanchina, era la que mayormente hablaba de los tres.
     Ya habíamos quedado con Lilly encontrarnos todos los recreos cerca al kiosco para no perder la comunicación. Una que dos veces Lilly se escondía detrás de Ben, decía que pasaban algunos conocidos del señor Jorge y no podían verla sentada conversando y comiendo helado.
-       Parece que es cierto que el tiempo vuelva cuando te diviertes – dijo Ben mirando el reloj que estaba en mi muñeca – Josh ya debe de estar llegando, Patrick.
-       Oh… verdad, tienes razón será mejor irnos de una vez, no se vaya a molestar el señor Josh – le comente dando una ojeada al reloj que marcaba cinco minutos para las ocho – Nos vemos el lunes en el colegio Lilly
-       Por supuesto, nos vemos chicos – se despidió tomándonos de la mano
     Fue extraño que Ben no me jalase como ya se le había hecho costumbre. Se despidió de Lilly alzando una mano y se dio media vuelta hacia la salida. Me despedí cortésmente de Lilly y al momento de darme la vuelta para salir, Lilly nos interrumpió la salida.
-       Lo lamento, pero no puedo dejar que se vayan sin antes decirles esto – se carismático rostros cambio a uno de pena y tristeza.
-       Ya lo sé, me vas a extrañar, pero no te preocupes nos veremos pronto – dijo Ben.
-       Por favor, escúchenme esto es algo serio – Ben y yo nos pusimos serios – este día, para ser exactos, antes que vengan aquí, el destino de ambos cambió drásticamente – ambos nos vimos la cara, ya que sabíamos que habíamos hecho antes de venir aquí – aunque parece que eso ya estaba predestinado, fue alguien quien lo planeo todo. Por favor, cuídense, sabrán quién fue ese alguien muy pronto, más rápido de lo que se imaginan – la alarma del reloj comenzó a sonar, y pude ver el auto que condecía el señor Josh estacionarse – cuídense mucho, tengan cuidado con ese resplandor… – la voz de Lilly se corto, al darse cuenta que alguien estaba detrás de ella.
-       ¿Nos vamos, chicos? – preguntó el señor Josh, quien se había puesto detrás de Lilly.
-       Claro, Josh, ya nos vamos – contestó Ben. No quedaba de otro que despedirnos, no podíamos hablar nada delante de Josh y parece ser que Lilly tampoco quería seguir hablando – Nos vemos en el colegio – se volvió a despedir Ben y Lilly asintió. Fue muy extraño que esta vez Ben no me jalara. Solo avanzo directo al carro.
-       Nos vemos Lilly, cuidate tu también – me despedí, al caminar y darle la espalda a Lilly, ella me tomo de la mano y se acercó a mí.
-       Cuídate de Ben… - me dijo, escalofriantemente, al oido.
     Quede perplejo a lo que Lilly acababa de hacer, porque me iba a cuidar de mi mejor amigo, él fue el primero que me hablo en el colegio, fue quien me dio su apoyo cuando nadie me hablaba y solo me miraban criticando, ¿Qué de malo tenia este gran amigo mío?
     Terminó de advertirme, se dio la media vuelta y se fue corriendo. No tuve tiempo de preguntarle el porqué de su advertencia, y ahora me dejaba con una gran duda. A lo lejos Ben, quien ya estaba en la puerta, me grito que me apurase.
     Corrí hasta donde Ben se encontraba, salimos sin decir nada. En el estacionamiento ya se encontraba el señor Josh parado fuera del carro, por su rostro de aburrimiento parecía que había estado esperando aburrido por algún lugar cercano.
     Ben me había invitado también a cenar, no se cuanta comida más le cabía a su estomago, pero no podía negarme ya que se había esmerado para pasar un buen día recreativo, y también me relajaba y me sacaba de la mente los últimos sucesos que me habían sucedido.
     “cuídate de Ben…” son las palabras que ahora me intrigaban…

jueves, 19 de julio de 2012

El Parque de Diversiones


Nunca antes había ido a un parque de diversiones, y creo que tampoco había oído hablar de eso, sonaba extraño el nombre. No había ido, primero porque no tenía mucha plata para estar gastando y segundo porque no tenía algún amigo con el cual ir, pero ahora ya tengo un amigo y ahora tengo curiosidad, al parecer Ben me contagió su entusiasmo yo quiero saber que es y como es, quiero estar en el parque de diversiones de una buena vez.
-       ¡Vamos….! – exclame jovialmente.
-       Esa es la actitud – dijo Ben dándome palmadas en la espalda – ya podemos irnos Josh.
-       Muy bien joven, pónganse por favor el cinturón de seguridad.
-       ¡Allá vamos…! – gritamos al mismo tiempo.
     De tanto entusiasmo el viaje se hacía cada vez más y más largo, parecía que nunca íbamos a llegar. Pareciera que estábamos dando vueltas y vueltas, “¡Exacto!” exclame en mi mente, realmente estábamos dando vueltas. Me había dado cuenta que una casa de tres pisos color verde la estábamos pasando de rato en rato. Parecía que Ben no se había dado cuenta, solo hasta que el señor Josh comenzó a reír.
-       Josh, queríamos llegar rápido, no solo dar vueltas – le dijo Ben haciendo un mohín.
-       Disculpe joven Ben, en este momentos nos vamos directo al parque de diversiones – comento aun riendo.
     A una esquina de distancia se vio una gran iluminación, esas grandes luces festivas que hacían brillar mis ojos de entusiasmo. Ya habíamos llegado y el señor Josh nos dejo en la puerta de entrada y se fue, no sin antes advertirnos que nos recogería dentro de dos horas y activar la alarma del reloj de Ben para que sonara a tiempo y no nos quedemos por más tiempo, o no hacer que nos busque. Creo que no confiaba mucho en el muy distraído de mi amigo que dejo que yo me encargue de llevar el reloj.
-       Quédate con el reloj no importa Patrick, creo que es mejor que lo lleves tu, enserio – comento Ben – bueno, nos vemos Josh.
-       Ok Ben – le respondí – Hasta luego señor – me despedí.
-       Chicos no se olviden solo dos horas, los espero aquí exactamente a las ocho y media, hasta luego – alzó la mano para despedirse y luego subió al auto.
-       Venga Patrick, vamos a entrar de una buenas vez – volvió a jalarme de la mano Ben.
     Nos quedamos parados en la fila para pagar la entrada como cinco minutos, por suerte no llegamos unos minutos más tarde porque al momento de voltear me di con la sorpresa de que la fila se había extendido a media cuadra. Ben pagó la entrada de ambos como prometió, ya en la entrada nos pusieron a cada uno una pulsera.
-       ¿Y para qué es esto? – pregunté
-       Con estas pulseras puedes entrar a cualquier juego que se te antoje sin tener que hacer otras colas para sacar tickets – respondió mi amigo al tiempo que entrabamos por un túnel hacia por fin la entrada hacia la diversión.
     Apenas entramos y pude ver todos los juegos que había, quede estupefacto, todo era tal y como Ben lo describió, impresionante yo pensaba que el simplemente exageraba, pero no era así. Por donde voltease veía juego tras juego, ya podía entender lo que eran carros chocones o una montaña rusa. Enserio era espectacular.
-       Sorprendente… ¡vamos a jugar! – le dije a Ben
-       ¡Bien!... primero a los carros chocones – volvió a jalarme de la mano Ben, ya era su costumbre.
     Ya no me molesto que Ben me jale de la mano, como ya se había hecho costumbre, este regalo de traerme a un sitio así era muy asombroso. Entramos sin tener que hacer fila a los carros chocones, Ben se burlaba de quienes no tenían una pulsera como nosotros y tenían que esperar en la fila, le seguí la corriente aunque me parecía un poco egoísta de su parte.
     Subimos a los carros chocones y no sabía qué hacer o cómo funcionaba estos carros, le pedí algo de ayuda a la persona a cargo, me había explicado, muy rápido, que habían dos pedales una para acelerar y el otro no me dijo para que serbia y que el timón dirigía hacia donde iba y también si retrocedía.
-       Empieza – dijo la persona encargada del juego.
-       ¡De esta no te escapas, Patrick! – grito lo mas que pudo Ben.
     Sonó el timbre del comiendo del juego, lo primero que hice fue pisar uno de los pedales sin mover el timón, al momento de pisarlo me fui a toda velocidad hacia adelante, ya iba a chocarme con la pared cuando por el costado viene Ben y me choca con su carro haciéndome girar por la pista.
-       ¡Esto no se queda así! – le grite.
-       Vamos a ver qué tal manejas – comenzó a reírse.
-       Ya verás – le dije tratando de contralar el carro a la perfección.
     Pude aprender un poco como manejar el carro, en el juego solo parecía que estábamos Ben y yo, los demás solo eran obstáculos para el choque. Una buena estrategia fue dar todo una vuelta a toda velocidad para luego chancar con el carro a Ben y vengarme del choque que me hizo al inicio.
-       ¿Enserio nunca habías jugado esto antes? – preguntó Ben, terminado el juego.
-       Si, enserio. No sabía ni que existiese.
-       Wow… entonces eres bueno – me alagó
-       Aprendo rápido – reí.
-       Tendré la suerte de ganarte en algún otro juego – comento ante mi humor.
-       Pero al menos dime cómo funcionan antes de jugar para estar parejos.
-       Ven, Patrick, no hagas tanto escándalo y vamos a la montaña rusa – me ignoró y volvió a jalarme de la mano.
     Gracias a mi ignorancia creía que una montaña rusa era algo parecido a los carros chocones o algo parecía a un juego con pistolas de juguete, pero me equivocaba era inmenso unas vías que subían y bajaban en ese mismo circuito.
-       ¿E… estás seguro que no nos va a pasar nada? – le pregunte algo asustado a Ben.
-       No, todo va a ir bien, yo ya me he subido un par de veces antes – comento dándome palmadas en la espalda y empujándome para sentarme en el carro que estaba ahí, aunque más parecía una especie de tren.
-       Si tú lo dices, mejor me pongo el cinturón.
-       Es lo mismo, los fierros que están aquí arriba bajan cuando el juego empieza para que te sujeten y no te caigas, pero también me pondré el cinturón – comentó poniendo el cinturón.
-       Solo espero salir vivo – hice un mohín y Ben se burlo.
-       ¡Vamos apúrense, ya todos estamos listos! – grito Ben para que empezara el juego de una vez por todas.
     Un pequeño movimiento del carro anunciaba que el juego daba inicio. Antes de darme cuenta ya estaba sujetando fuertemente los fierros y comencé a cerrar los ojos, había imaginado que la acción comenzaba apenas el carro se moviese, pero me equivoque. El carro comenzó a moverse lentamente, abrí un ojo para asegurarme que todo estaba bien y pude ver a Ben burlándose de la tontería que acababa de hacer.
-       Ahí viene la acción – señalo riendo Ben hacía la primera subida de la montaña rusa.
     Comenzó a subir lentamente y no pude entender a que acción se refería Ben, fue cuando el carro llego a la cima y poco a poco se acercaba a la baja. Sentí el aire pegándome en la cara, ahora entendía la “acción” que hacía referencia Ben, cerré fuertemente los ojos. Todos comenzaron a gritar y por no ser el único sin gritar, también comencé a gritar. Abrí un poco un ojo para poder ver que sucedía alrededor, pude ver que Ben estaba eufórico alzando sus manos y gritando. Yo no quería soltarme del fierro que estaba de seguridad, tenía miedo de caer en una de las vueltas que hacia la montaña rusa. Luego de dos vueltas y una infinidad de sube y baja, el carro de la montaña rusa comenzó a detenerse poco a poco.
-       Al fin, termino – dije con alivio.
-       Eso es lo que tú crees, prepárate para la segunda ronda – comento con una sonrisa siniestra.
     Estaba en lo cierto, Ben estaba en lo cierto. El juego comenzó a iniciar nuevamente, al igual que la primera ronda. “Dios, ayuda” dije hacia mis adentros. Una primera ronda fue suficiente para poder marearme y darme nauseas, solo trataba de no vomitar.
     Por fin el juego había terminado. Ben salió con una amplia sonrisa de par en par y yo con la cara toda verde, tratando de no vomitar. Ben comenzó hacer chistes sobre las expresiones que yo estuve haciendo en el juego, no me quedo de otra de burlarme de esas mismas, ya que Ben, realmente, las imitaba muy bien.
     Anduvimos caminado de un lado a otro, dando vueltas por todo el parque de diversiones hasta que las nauseas se me pasaran. Ben estaba por embucharse su segunda manzana dulce y su tercer algodón dulce, junto con eso las nauseas aun no cesaban. Nos detuvimos en frente de otro juego, uno mucho más interesante, a mi parecer. Se trataba de la sala de los espejos, en la entrada se encontraban dos espejos, para poder llamar la atención de las personas, Ben se continuaba burlándose de mi rostro, en especial viéndolo en el espejo, ya que se veía ancho con ojos achinados y el rostro todo verde.
     Pude notar que alguien se encontraba detrás de nosotros, no podía divisar quien era, al parecer estaba detrás de Ben o de mí. Una pequeña ventisca de viento hizo que se me erizara los pelos junto con un pequeño escalofrío. Se escucho una leve voz que decía “¿puedo ayudarlos?”, retumbando en mis oídos, lo que hizo que bruscamente me estremeciere y retrocediera.
-       Au…  – se quejo es pequeña persona, a la que por casualidad le había pisado el pie – ¿no te das cuenta de lo que haces? – me reprocho.
-       Disculpa… pero me asustaste – debería de aprender a controlar mis nervios para que cosas como esta no sucedan.
     Volteé lentamente para poder tomarle la mano y mirar a la persona a los ojos para que pueda creer mis verdaderas disculpas. Al voltear, me di con una gran sorpresa. Esa persona era una chica, parecía de mi edad, tenía una larga y lacia cabellera negra, sus ojos cafés resaltaban su perfecto rostro y su blanca piel.
     Al quedarme anonadado por su grandiosa belleza resaltante, quedamos con las manos sujetadas. Cansado, Ben, de que no le tomen atención, volteó fuertemente dándome una gran palmada en la espalda diciendo “tanto por un pisotón”. Fue tan fuerte la palmada o tan anonadado estaba yo, que de pronto me fui hacia ella y en un abrir y cerrar de ojos mis labios chocó con los labios de ella.
-       Lo siento… no fue mi intensión – respondí al mismo momento que me alejaba de ella – enserio lo siento.
-       Se nota que lo sentiste – comentó Ben sarcásticamente – vaya Patrick te has puesto como un tomate, relájate – comenzó a reír.
     Parecía extraño que la chica, delante de mí, a la que por casualidad le robe un beso, no se moviese para nada. Aún continuaba con mi mano sujetada a la suya. Sus ojos estaban idos, se quedo parada sin hacer ningún movimiento y, lo más extraño, sin parpadear…

jueves, 12 de julio de 2012

Avaricia


Estaba de camino junto a Ben hacia la persona quien iba a recogerlo para llevarlo a casa, y con ya saber cómo era la casa de Ben no me fue difícil descubrir quién era el que iba a recogerlo. En efecto, estaba claro, una camioneta Prado negra con lunas polarizadas muy elegante se encontraba cerca a la puerta del colegio. Al lado de la camioneta un señor, aunque no tan señor parecía joven aún, como de veinticinco años de edad, no tan alto, trigueño,  vestido con un elegante traje negro y camisa blanca, comenzó a acercarse a nosotros.
-       Muy buenas tardes joven Ben – extendió su mano para tomar su mochila.
-       Buenas Josh, ¿Crees que podremos dejar primero a un amigo a su casa? – pregunto Ben.
-       Buenas tardes señor – salude tímidamente luego de que fijara su mirada en mí.
-       Por supuesto, no hay ningún problema joven Ben – le respondió primero y luego me miro – Buenas tardes joven – volvió a extender su mano, pero ahora para tomar mi mochila – Por aquí por favor – nos abrió la puerta de la camioneta, luego de entrar Ben y yo la cerró.
     El paseo en la camioneta estaba genial, nunca antes había estado en una, la última vez que viaje en un auto fue en el carro de mamá, que a cada kilometro parecía haber un rompe muelles, todo lo contrario con esta camioneta que parecía que íbamos volando sin pasar sobre algún bache en la pista.
     De vez en cuando Ben abría su boca solo para comentar sobre las calles por las que pasábamos, yo me encontraba dirigiendo al señor Josh señalándole el camino a mi casa, pero mi casa no se encontraba tan lejos del colegio, solo tenia que se seguir de frente unas tres cuadras voltear a la derecha andar una cuadra luego a la izquierda y la casa que se ubicaba en el centro de la avenida era la mía.
     Era un diseño muy simple, forma rectangular, contaba con dos pisos, cinco ventanas que se encontraban vista a la calle, tres en la parte superior y dos en la parte inferior, el color de la pared exterior era blanco y el marco de las ventanas eran marrones y la parte final cerca al techo rojo, un diseño algo extraño, pero bueno era solo una casa alquilada.
-       Gracias por traerme a casa – me dirigí agradecidamente al señor Josh.
-       No hay de que jovencito – respondió atentamente.
-       ¡Patrick!, termina rápido lo que tengas que hacer y vas para mi casa, ya sabes lo que tenemos que hacer antes – grito desde la ventana de la camioneta.
-       Está bien – me despedí alzándole la mano
     Cuando la camioneta pasó, algo me había llamado la atención. De pronto un montón de imágenes comenzaron a alborotar mi mente, llegó al punto del terremoto y poco a poco comenzó a retroceder la escena. Sabía que esa camioneta ya la había visto antes, entonces la escena se congelo, yo me encontraba parado en medio de la pista y delante de mí estaba una camioneta Prado negra con las lunas polarizadas, la ventana de atrás estabas abierta en la mitad y ahí pude ver la imagen de un niño, que me miraba con cara de extrañado… “¡Ben!” volví en mí.
     Apenas entre a casa hice lo que ya de costumbre hacia, calentar mi comida. Quería y a la vez no ir a la casa de Ben, primero porque tenía curiosidad sobre qué otras cosas tiene el libro ese y segundo porque también quería saber cómo era un parque de diversiones, pero todo tiene consecuencias, y esta consecuencia era realmente grande y peligrosa, el surgimiento de esta parte asesina dentro de mí.
     Termine de almorzar y salí a la casa de mi amigo, no tenía otra elección y tampoco tenía ganas de hacer la tarea que había dejado la profesora Servi, pero ya que tenía el permiso de mamá para salir no hubo problemas en hacerla o no, aparte de eso Ben tenía razón yo tenía todo el fin de semana para terminar la tarea.
     No estuve andando deprisa, todo lo contrario caminaba lento, tampoco quería llegar tan rápido a casa de Ben. Trate de ser optimista y pensar que en el día de hoy todo iba a ir bien, ya hubo una buena noticia en la mañana, mi amigo Ben volvió al colegio sano y salvo, me sentía orgulloso de lo muy bien que había salido mi plan y el plan improvisado de Ben.
     Aunque estaba tratando de ser optimista y pintar que el día era de full maravillas, sentía más que nada preocupación, no podía estar tranquilo, tenía la piel erizada, este se supone que fuese un gran día y no lo voy a arruinar con mis tontos pensamientos negativos.
     Luego de ir andando peor que tortuga llegué a la gran casa de Ben. Toque el timbre y no tuve que esperar mucho para que la señora Donson abriera la puerta, creo que ya estaba informada de que vendría. No sé porque parecía que para ella yo no era bien recibido. No sabía si era desde hoy, pero me acabada de dar cuenta que a un lado cerca al patio se encontraba una inmensa cochera y ahí se encontraba el señor Josh lavando la camioneta con la que nos había recogido a Ben y a mí.
     Pase de frente hacia la entrada de la casa, la señora Donson caminaba detrás de mí. Tuve que esperar hasta que ella llegase a la puerta para abrirla, luego camine detrás de ella en dirección a la habitación de Ben.
-       Joven Ben, su visita acaba de llegar – dijo la señora Donson
-       Que pase por favor – le respondió Ben al instante
     Ben se encontraba en su cama jugando con una consola de juegos, parece que se quedo con la costumbre de estar en cama, pero apenas entre vi que tenía el libro al lado de él, se levanto y cerró la puerta, no sin antes decirle a la señora Donson que hiciera un gran pastel para celebrar, aunque creo que lo único que quería es tenerla ocupado para que su curiosidad no la lleve por otro camino. Al parecer a la señora Donson no le importo y salió de la habitación  pero con una gran sonrisa, algo escalofriante.
-       Bueno ya estoy aquí – dije apenas cerró la puerta.
-       Está bien, toquemos el libro – comento impaciente.
     Ambos tocamos el libro al mismo tiempo, una luz resplandeció el libro al momento de tocarlo, luego de eso abrimos el libro, el primer capítulo se encontraba ahí pero cuando pasamos para el siguiente capítulo alguien había arrancado las hojas del segundo capítulo.
     En ese preciso momento un leve “toc toc” se escucho proveniente de la puerta de la habitación, Ben oculto el libro debajo de su almohada para luego de decir un leve “adelante” y la señora Donson entrara. Ella entró a la habitación con unos papeles en mano.
-       Joven Ben, se le cayeron estos papeles, no creo que sean importantes están en blanco, ¿Quiere que los vote?
-       No, no, no… – salto de inmediato Ben de la cama – muchas gracias señora Donson enserio necesitaba estas hojas.
-       De nada joven Ben, estoy aquí para ayudarlo – salió de la habitación otra vez con esa sonrisa aterradora.
     Ben fue directo hacia el libro con las hojas. Estas hojas encajaban a la perfección con la parte del libro donde estaban arrancadas. Extendí mi mano hacia la parte inferior de la hoja que estaba tratando de colocar Ben para comprobar que era parte del libro.
     En el preciso momento que mi mano tomo la hoja, otro resplandor salió de las partes donde se veía la ruptura, poco a poco se fueron juntando las partes y el rastro de haber sido roto se borraron.
-       Wow… que sorprendente – dijo Ben.
-       Si muy sorprendente, pero mira ahora están saliendo las letras – era claro de uno en uno comenzaron a salir palabras rápidamente.
-       “Capítulo II: Libro de la AVARICIA – GENEROSIDAD” – Ben leyó el titulo del segundo capítulo – ¿tienes alguna idea de lo que signifique? – preguntó Ben
-       Pues… hasta lo que tengo entendido la avaricia es la codicia que tiene cada persona por todo, toda persona tiene alguna avaricia aunque lo ignore. Y la generosidad es la gracia de compartir o ayudar sin recibir nada a cambio, lo explicó la profesora en clase.
-       Que listo, tienes suerte de ser mi amigo – bromeó Ben
-       Bueno vas a leer tu o mejor lo hago yo – ya me habían entrado las ganas por saber que nos esperaba en ese capítulo.
-       Mejor lee tu, prefiero escuchar que leer – me paso el libro.
-       Bueno… “Capítulo II: Libro de la AVARICIA – GENEROSIDAD” – repetí – Una distorsión del capítulo, las personas con avaricia las cuales la reprimen y creen que no la tienen solo logran compensarlo con su generosidad. Nadie se escapa de la avaricia por eso un simple indicio de nigromancia, a la invocación de un alma y sacrificarla, tu avaricia será correspondida – lo demás que continuaba eran palabras sin sentido y un pequeño dibujo, preferí dejar de leer.
-       Sabes qué demonios es una nigromancia – pregunto Ben.
-       Ni idea – respondí de inmediato
-       Entonces te gustaría conocer nuestras avaricias – era más una expresión que un pregunta.
-       Suena interesante, pero ahora hay que dibujar – dije para empezar de una vez – será fácil el dibujo son los mismo que los anteriores pero combinados.
-       Está bien, empecemos
     Ben saco una cartulina blanca, muy amplia para hacer un dibujo grande, también saco dos plumones negros de su escritorio. Me dio uno de los plumones y comenzamos a dibujar. No sé qué paso pero de pronto Ben y yo podíamos dibujar perfectamente, no nos equivocábamos en los trazos y todos estos estaban perfectos.
     Con esta improvista capacidad para el dibujo, terminamos de hacer el dibujo perfectamente igual y ampliado del que se encontraba en el libro en poco tiempo.
-       Según el libro en cada punto de la estrella se debe poner una gota de sangre de la persona que quiere saciar su avaricia.
-       ¿Enserio? – dijo Ben abriendo los ojos como plato.
-       Si – replique.
-       Que se va hacer, entonces yo iré primero – dijo con orgullo y saco una aguja un poco gruesa.
-       Creo que tienes suerte por el que quiere saber su codicia solo tiene que poner un poco de gotas de sangre en cinco puntos, todo lo contrario de lo que tiene que hacer el que colabore, o sea yo, – Ben me quedo mirando dudoso – según dice aquí el que colabore tendrá que marcar con su propia sangre, una especie de flechas con dirección al centro en cada parte de la cruz – Ben quedo con gesto pensativo.
-       Estas de malas – se carcajeo.
-       ¡Demonios! que se va hacer.
     Ben ya había terminado de poner cada gota de sangre en cada punto de la estrella, por suerte Ben contaba con una pequeña navaja para poder hacerme una herida mucho más grande ya que era yo quien tenía que poner más sangre, ya me sorprendía lo que Ben pueda tener en su habitación. Tuve que hacerme dos cortes, ya que mis heridas no botaban tanta sangre.
     Una vez completado al cien por ciento la parte gráfica, Ben y yo estábamos revisando la especia de oración para que funcione la nigromancia. No entendíamos nada de lo que estaba escrito, solo la parte donde decía “decir el nombre de la persona interesada” y después de eso “decir el nombre del acompañante” y por ultimo estaba la parte del alma sacrificada, estaba escrito un nombre en esa parte “Andran”, nombre muy extraño, pero ahí recién pude darme cuenta que las palabras en español estaban escritas por alguien no eran las mismas letras del libro, eso me pareció muy raro, con Ben decidimos decir otro nombre que no sea “Andran”.
-       Empecemos – dijo Ben, quien se había situado en el borde del dibujo justo frente de mí.
     Ben había y apagado las luces y en su lugar puso dos velas, frente a frente del dibujo justo al lado de nosotros, él creía que eso lo haría más emocionante. Fue cuando comenzamos a seguir las instrucciones del libro y empezamos a relajarnos y respirar lentamente por unos minutos, cuando Ben comenzó a hablar.
-       Desto ronte fosque nerete Ben Fitsher ne igoha sagtario desna niko za Patrick Daecher parsame ha retuno nanepa corne fecto parrafe ratam… – fue cuando Ben dejo de hablar, comprendí que era el momento de decir el nombre del alma a sacrificar.
     No queríamos sacrificar el alma de esa persona, cuyo nombre estaba escrito en el libro, pero tampoco queríamos hacer lo mismo con otras almas, en especial habiendo escuchado la última clase de religión que dio la profesora Servi, en el cual decía que la muerte no era el final de una persona, su alma siempre estaría ligada en el mundo de los vivos protegiendo a sus seres queridos.
     Ya no había más tiempo para pensar en un nombre. En los bordes del círculo comenzaron a formarse una especie de fuego azul, esperando el momento para devorar el sacrificio.
-       Carlos Fitsher – pronunció Ben titubeando, en medio de la presión de las llamas azules.
     Al terminar de pronunciarse la última letra del nombre, las llamas alrededor del círculo comenzaron a avivarse aun más, luego de eso una luz blanca comenzó a emerger del centro de la estrella, una especie de persona traslucida comenzaba a salir de ahí. Se podía notar que poco a poco esa forma traslucida se transformaba en una persona anciana, de pronto de mi pecho empezó a salir una sombra, comenzó a formarse una cabeza y poco a poco abría su gran boca, hasta que rápidamente y de un solo bocado devoró el alma del sacrificio. Salió por completo de mi pecho, luego de devorarse el alma fue directo hacia el pecho de Ben metiéndose lentamente.
     Terminando ese espectáculo de esa extraña sombra, las llamas azules comenzaron a desvanecerse y con ella las llamas de las velas también, dejando el cuarto a oscuras. Ben se levanto para encender las luces de la habitación, pero cuando las luces alumbraron el cuarto vimos que la cartulina donde estaba el dibujo había quedado hecho cenizas.
-       ¿Pero qué fue lo que sucedió? – dijo Ben confuso.
-       No lo sé – le respondí alzando los hombros.
-       Que farsa no supe cual era mi verdadera avaricia, pero que fue todo lo demás no he entendido. Mejor limpiamos estas cenizas antes de que alguien venga – se apresuro Ben trayendo con él un tacho de basura – vamos rápido ayúdame también.
-       Está bien, está bien – me arrodille. Ben y yo comenzamos a tirar las cenizas al tacho.
     No nos tomo mucho tiempo terminar de limpiar eso. Cuando terminamos de recoger las cenizas, comenzamos a dejar la habitación de Ben tal y como estaba antes de que yo venga.
-       Bueno Patrick ya llego la hora – dijo Ben entusiasmado.
-       ¿La hora… de qué? – respondí confundido.
-       No te hagas el loco, es hora de irnos para el parque de diversiones – un poco mas y lo gritaba.
-       Parque de diversiones… – repetí.
-       Pues claro, no te preocupes por nada, tú no vas a gastar nada. Josh nos va a llevar y a traer y mi papá me dejo plata para poder jugar tranquilos, así que no te preocupe. Ahora mejor bajemos Josh nos debe de estar esperando – no espero a que le respondiera, me tomo de la mano y me jalo hacia la salida.
     En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en la entrada. No me percaté como baje las escaleras y tampoco quería hacerlo. El señor Josh le hizo una señal llamando a Ben para avisarnos que todo estaba listo para salir. Esta vez fuimos hacia el gran Toyota Prado negro a paso lento, ya no había tanto apuro. Solo poco tiempo para saber que había en un parque de diversiones y que de especial tenía.