Nunca
antes había ido a un parque de diversiones, y creo que tampoco había oído
hablar de eso, sonaba extraño el nombre. No había ido, primero porque no tenía
mucha plata para estar gastando y segundo porque no tenía algún amigo con el
cual ir, pero ahora ya tengo un amigo y ahora tengo curiosidad, al parecer Ben me
contagió su entusiasmo yo quiero saber que es y como es, quiero estar en el
parque de diversiones de una buena vez.
- ¡Vamos….!
– exclame jovialmente.
- Esa
es la actitud – dijo Ben dándome palmadas en la espalda – ya podemos irnos
Josh.
- Muy
bien joven, pónganse por favor el cinturón de seguridad.
- ¡Allá
vamos…! – gritamos al mismo tiempo.
De tanto entusiasmo el viaje se hacía cada
vez más y más largo, parecía que nunca íbamos a llegar. Pareciera que estábamos
dando vueltas y vueltas, “¡Exacto!” exclame en mi mente, realmente estábamos
dando vueltas. Me había dado cuenta que una casa de tres pisos color verde la
estábamos pasando de rato en rato. Parecía que Ben no se había dado cuenta,
solo hasta que el señor Josh comenzó a reír.
- Josh,
queríamos llegar rápido, no solo dar vueltas – le dijo Ben haciendo un mohín.
- Disculpe
joven Ben, en este momentos nos vamos directo al parque de diversiones –
comento aun riendo.
A una esquina de distancia se vio una gran
iluminación, esas grandes luces festivas que hacían brillar mis ojos de
entusiasmo. Ya habíamos llegado y el señor Josh nos dejo en la puerta de
entrada y se fue, no sin antes advertirnos que nos recogería dentro de dos
horas y activar la alarma del reloj de Ben para que sonara a tiempo y no nos
quedemos por más tiempo, o no hacer que nos busque. Creo que no confiaba mucho
en el muy distraído de mi amigo que dejo que yo me encargue de llevar el reloj.
- Quédate
con el reloj no importa Patrick, creo que es mejor que lo lleves tu, enserio –
comento Ben – bueno, nos vemos Josh.
- Ok
Ben – le respondí – Hasta luego señor – me despedí.
- Chicos
no se olviden solo dos horas, los espero aquí exactamente a las ocho y media,
hasta luego – alzó la mano para despedirse y luego subió al auto.
- Venga
Patrick, vamos a entrar de una buenas vez – volvió a jalarme de la mano Ben.
Nos quedamos parados en la fila para pagar
la entrada como cinco minutos, por suerte no llegamos unos minutos más tarde
porque al momento de voltear me di con la sorpresa de que la fila se había extendido
a media cuadra. Ben pagó la entrada de ambos como prometió, ya en la entrada
nos pusieron a cada uno una pulsera.
- ¿Y
para qué es esto? – pregunté
- Con
estas pulseras puedes entrar a cualquier juego que se te antoje sin tener que
hacer otras colas para sacar tickets – respondió mi amigo al tiempo que
entrabamos por un túnel hacia por fin la entrada hacia la diversión.
Apenas entramos y pude ver todos los
juegos que había, quede estupefacto, todo era tal y como Ben lo describió,
impresionante yo pensaba que el simplemente exageraba, pero no era así. Por
donde voltease veía juego tras juego, ya podía entender lo que eran carros
chocones o una montaña rusa. Enserio era espectacular.
- Sorprendente…
¡vamos a jugar! – le dije a Ben
- ¡Bien!...
primero a los carros chocones – volvió a jalarme de la mano Ben, ya era su costumbre.
Ya no me molesto que Ben me jale de la
mano, como ya se había hecho costumbre, este regalo de traerme a un sitio así
era muy asombroso. Entramos sin tener que hacer fila a los carros chocones, Ben
se burlaba de quienes no tenían una pulsera como nosotros y tenían que esperar
en la fila, le seguí la corriente aunque me parecía un poco egoísta de su
parte.
Subimos a los carros chocones y no sabía
qué hacer o cómo funcionaba estos carros, le pedí algo de ayuda a la persona a
cargo, me había explicado, muy rápido, que habían dos pedales una para acelerar
y el otro no me dijo para que serbia y que el timón dirigía hacia donde iba y
también si retrocedía.
- Empieza
– dijo la persona encargada del juego.
- ¡De
esta no te escapas, Patrick! – grito lo mas que pudo Ben.
Sonó el timbre del comiendo del juego, lo
primero que hice fue pisar uno de los pedales sin mover el timón, al momento de
pisarlo me fui a toda velocidad hacia adelante, ya iba a chocarme con la pared
cuando por el costado viene Ben y me choca con su carro haciéndome girar por la
pista.
- ¡Esto
no se queda así! – le grite.
- Vamos
a ver qué tal manejas – comenzó a reírse.
- Ya
verás – le dije tratando de contralar el carro a la perfección.
Pude aprender un poco como manejar el
carro, en el juego solo parecía que estábamos Ben y yo, los demás solo eran
obstáculos para el choque. Una buena estrategia fue dar todo una vuelta a toda
velocidad para luego chancar con el carro a Ben y vengarme del choque que me
hizo al inicio.
- ¿Enserio
nunca habías jugado esto antes? – preguntó Ben, terminado el juego.
- Si,
enserio. No sabía ni que existiese.
- Wow…
entonces eres bueno – me alagó
- Aprendo
rápido – reí.
- Tendré
la suerte de ganarte en algún otro juego – comento ante mi humor.
- Pero
al menos dime cómo funcionan antes de jugar para estar parejos.
- Ven,
Patrick, no hagas tanto escándalo y vamos a la montaña rusa – me ignoró y
volvió a jalarme de la mano.
Gracias a mi ignorancia creía que una
montaña rusa era algo parecido a los carros chocones o algo parecía a un juego
con pistolas de juguete, pero me equivocaba era inmenso unas vías que subían y
bajaban en ese mismo circuito.
- ¿E…
estás seguro que no nos va a pasar nada? – le pregunte algo asustado a Ben.
- No,
todo va a ir bien, yo ya me he subido un par de veces antes – comento dándome
palmadas en la espalda y empujándome para sentarme en el carro que estaba ahí,
aunque más parecía una especie de tren.
- Si
tú lo dices, mejor me pongo el cinturón.
- Es
lo mismo, los fierros que están aquí arriba bajan cuando el juego empieza para
que te sujeten y no te caigas, pero también me pondré el cinturón – comentó
poniendo el cinturón.
- Solo
espero salir vivo – hice un mohín y Ben se burlo.
- ¡Vamos
apúrense, ya todos estamos listos! – grito Ben para que empezara el juego de
una vez por todas.
Un pequeño movimiento del carro anunciaba
que el juego daba inicio. Antes de darme cuenta ya estaba sujetando fuertemente
los fierros y comencé a cerrar los ojos, había imaginado que la acción
comenzaba apenas el carro se moviese, pero me equivoque. El carro comenzó a moverse
lentamente, abrí un ojo para asegurarme que todo estaba bien y pude ver a Ben
burlándose de la tontería que acababa de hacer.
- Ahí
viene la acción – señalo riendo Ben hacía la primera subida de la montaña rusa.
Comenzó a subir lentamente y no pude
entender a que acción se refería Ben, fue cuando el carro llego a la cima y
poco a poco se acercaba a la baja. Sentí el aire pegándome en la cara, ahora
entendía la “acción” que hacía referencia Ben, cerré fuertemente los ojos.
Todos comenzaron a gritar y por no ser el único sin gritar, también comencé a
gritar. Abrí un poco un ojo para poder ver que sucedía alrededor, pude ver que
Ben estaba eufórico alzando sus manos y gritando. Yo no quería soltarme del
fierro que estaba de seguridad, tenía miedo de caer en una de las vueltas que
hacia la montaña rusa. Luego de dos vueltas y una infinidad de sube y baja, el
carro de la montaña rusa comenzó a detenerse poco a poco.
- Al
fin, termino – dije con alivio.
- Eso
es lo que tú crees, prepárate para la segunda ronda – comento con una sonrisa
siniestra.
Estaba en lo cierto, Ben estaba en lo
cierto. El juego comenzó a iniciar nuevamente, al igual que la primera ronda.
“Dios, ayuda” dije hacia mis adentros. Una primera ronda fue suficiente para
poder marearme y darme nauseas, solo trataba de no vomitar.
Por fin el juego había terminado. Ben
salió con una amplia sonrisa de par en par y yo con la cara toda verde,
tratando de no vomitar. Ben comenzó hacer chistes sobre las expresiones que yo
estuve haciendo en el juego, no me quedo de otra de burlarme de esas mismas, ya
que Ben, realmente, las imitaba muy bien.
Anduvimos caminado de un lado a otro,
dando vueltas por todo el parque de diversiones hasta que las nauseas se me
pasaran. Ben estaba por embucharse su segunda manzana dulce y su tercer algodón
dulce, junto con eso las nauseas aun no cesaban. Nos detuvimos en frente de otro
juego, uno mucho más interesante, a mi parecer. Se trataba de la sala de los
espejos, en la entrada se encontraban dos espejos, para poder llamar la
atención de las personas, Ben se continuaba burlándose de mi rostro, en
especial viéndolo en el espejo, ya que se veía ancho con ojos achinados y el
rostro todo verde.
Pude notar que alguien se encontraba
detrás de nosotros, no podía divisar quien era, al parecer estaba detrás de Ben
o de mí. Una pequeña ventisca de viento hizo que se me erizara los pelos junto
con un pequeño escalofrío. Se escucho una leve voz que decía “¿puedo
ayudarlos?”, retumbando en mis oídos, lo que hizo que bruscamente me
estremeciere y retrocediera.
- Au… – se quejo es pequeña persona, a la que por
casualidad le había pisado el pie – ¿no te das cuenta de lo que haces? – me
reprocho.
- Disculpa…
pero me asustaste – debería de aprender a controlar mis nervios para que cosas
como esta no sucedan.
Volteé lentamente para poder tomarle la
mano y mirar a la persona a los ojos para que pueda creer mis verdaderas
disculpas. Al voltear, me di con una gran sorpresa. Esa persona era una chica,
parecía de mi edad, tenía una larga y lacia cabellera negra, sus ojos cafés
resaltaban su perfecto rostro y su blanca piel.
Al quedarme anonadado por su grandiosa
belleza resaltante, quedamos con las manos sujetadas. Cansado, Ben, de que no
le tomen atención, volteó fuertemente dándome una gran palmada en la espalda
diciendo “tanto por un pisotón”. Fue tan fuerte la palmada o tan anonadado
estaba yo, que de pronto me fui hacia ella y en un abrir y cerrar de ojos mis
labios chocó con los labios de ella.
- Lo
siento… no fue mi intensión – respondí al mismo momento que me alejaba de ella
– enserio lo siento.
- Se
nota que lo sentiste – comentó Ben sarcásticamente – vaya Patrick te has puesto
como un tomate, relájate – comenzó a reír.
Parecía extraño que la chica, delante de
mí, a la que por casualidad le robe un beso, no se moviese para nada. Aún
continuaba con mi mano sujetada a la suya. Sus ojos estaban idos, se quedo
parada sin hacer ningún movimiento y, lo más extraño, sin parpadear…
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