jueves, 2 de agosto de 2012

El Rayo


Llegamos a la camioneta y el señor Josh nos abrió la puerta como de costumbre, Ben entro primero y luego yo. El viaje era un poco más rápido, no se notaba que el señor Josh estuviese dando vueltas como lo hizo en el principio. El señor Josh hizo un par de preguntar de cómo la pasamos en el parque de diversiones y fue Ben quien le respondió, yo me encontraba callado viendo por la ventana cada casa que pasábamos.
     Cada vez sentía más y más tención, porque Lilly me dijo eso, o tal vez escuche mal y me dijo “cuida de Ben” pero porque debía de cuidarlo o porque debía de cuidarme de Ben. Ben era una persona con dinero, su padre era una persona muy poderosa y estaban el señor Josh y la señora Donson para cuidarlo, porque yo lo iba a cuidar.
     Nos acercábamos más y más a la casa de Ben y sentía que algo malo estaba a punto de pasar, nuevamente las nauseas comenzaron a invadirme, al ver mi rostro verde, Ben comenzó a reírse y el señor Josh me paso una botella de agua.
     Ya nos encontrábamos una esquina de la casa de Ben. El señor Josh había hecho un comentario sobre el clima y ahí pude percatarme que extrañas nubes negras estaban sobre la casa de Ben “¿porqué solo sobre su casa?”. Acercándonos más a la casa un enorme relámpago de luz cayó en el centro de la casa. No sabía qué era eso, era realmente extraño y tenebroso.
-          Ben… ¿Qué es lo que hay en tu casa? – pregunte perplejo
-          Eso… esos… esos son rayos – quedo boquiabierta – los vi cuando fui de viaje con papá, pero nunca ha habido rayos aquí en Lima – se estremeció
     Ben, al igual que yo, no sabía que estaba sucediendo, tampoco sabía porque había rayos en su casa. El señor Josh comenzó a ir más lento cosa que desespero a Ben.
-          Ve más rápido, Josh, ¿no ves lo que está pasando? – exigió, por primera vez mi amigo, no se encontraba con esa carisma y sonrisa jovial que lo distinguía de los demás.
     Llegamos a la casa de Ben y el señor Josh se estacionó justo enfrente de la puerta de entrada. Rápidamente Ben se bajo del carro y fue directo a la puerta, no se tomo la molestia de tocar, sino uno de los ladrillos que adornaban la puerta estaba flojo y pudo sacarlo, ahí se encontraba la llave de la puerta. Ben cogió la llave y rápidamente abrió la puerta, me vio que estaba atrás de él me volvió a tomar la mano y me jalo hacia adentro.
     Ben y yo visualizamos al su papá, el señor Fitsher, que estaba parado cerca a la puerta. A cada costado del señor Fitsher nos ubicamos Ben y yo para poder ver quien estaba delante de él. Era la señora Donson, ella estaba enfrente del señor Fitsher, a una gran distancia. La señora Donson se encontraba exactamente ubicada frente a la pileta, ella bestia una gran capa negra que cubría todo su cuerpo y solo dejaba a la vista la mitad de su rostro, que ya en si era aterrador.
-          Mi gran señor acaba de llegar – grito la señora Donson haciendo reverencia – ya no es necesario seguir fingiendo.
     La señora Donson alzo ambas manos, un rayo había azotado a la estatua de ángel que se encontraba en la pileta y poco a poco las plantas comenzaron a marchitarse. Ahora podía entender porque la señora Donson me daba mala espina y porque mantenía bien cuidadas las plantas, el aura que ella emanaba era aterrador de solo estar a una gran distancia podía sentir escalofríos.
     Lo que más me sorprendió fue lo que hizo la señora Donson con las plantas, todo era un rio negro, el jardín de los Fitshers había muerto. La señora Donson bajo lentamente las manos y lentamente se saco la capucha que cubría la mitad de su rostro.
-          Esta es mi verdadera forma mi señor, llámeme Pandora – volvió hacer una reverencia – yo soy su fiel sirvienta…
     La señora Donson, ya no era la misma viejita arrugada, estaba muy cambiada, ella había rejuvenecido. La señora Donson, Pandora, era más alta, sus largos cabellos eran de un color rojo vivo, casi parecía llevar fuego en este, tenía dos puntas de cabello en cada lado, parecían aguijones, su rostro también cambio las arrugas se fueron, su piel blanca era perfecta y sus ojos negros puros la resaltaban aun mas, sus labios morados la hacían aun más tenebrosa.
-          ¿Qué le has hecho?, maldita arpía – preguntó desafiante el señor Fitsher
-          Yo nada – rió – solo hice que cada pieza este en su lugar, y que el amo este en el cuerpo donde debió estar desde un principio – cambio su expresión a uno de amargura y con una gruesa voz dijo – no en ese repugnante niño – mi miro directamente a los ojos, parecía matarme con su mirada.
-          ¡No trates de llevártelo, es solo un niño! – le reprocho gritando el señor Fitsher
-          No tengo porque hacer eso, mi señor vendrá por su propia voluntad – hizo una sonrisa espeluznante – ¡ese es su destino! – puso gran énfasis en la palabra “destino”
-          Ben, Patrick, ustedes usaron “eso”, ¿ustedes hicieron un sacrificio? – se dirigió desesperado y sudoroso hacia nosotros
-          Si – respondimos al unísono
-          Por Dios… Ben, Patrick por favor búsquenlo… – hizo una pausa – busquen el bra…
     Rápidamente Pandora se había acercado al señor Fitsher, las uñas de Pandora habían crecido, de un momento a otro, y cada punta brillaba con el reflejo de la luz de los rayos. Clavó sus uñas en el estomago del señor Fitsher y rápidamente alzo su brazo derecho y le corto el cuello, dejando sangrando al señor Fitsher sin posibilidad de terminar la frase que iba a pronunciar.
-          Casi se le escapa la lengua señor Fitsher – volvió hacer su sonrisa escalofriante – nuestro amo vendrá sea como sea – fijo su mirada en Ben
     Ben se quedo helado, no se movía casi ni se escuchaba que respirase. Yo tampoco podía creer lo que estaba pasando, el señor Fitsher había caído junto a él un rio de sangre se había formado, Pandora había acabado con el señor Fitsher, y ahora que, vendrá también por nosotros.
     Pandora avanzó lentamente, sin hacer ningún movimiento brusco, se acercó poco a poco a Ben. Cuando llego a estar frente a frente con Ben se arrodilló, tomo su mano derecha se inclino hasta su mano y le dio un beso.
-          Soy su fiel ciervo, mi señor – sonrió y junto con el sonido de un último rayo desapareció.
     Las gotas de lluvia comenzaron a caer del cielo cubriendo el rostro de mi mejor amigo en un gran llanto y este dio un gran grito que resonó por toda la casa “¡Papá…!

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