Llegamos a la
camioneta y el señor Josh nos abrió la puerta como de costumbre, Ben entro
primero y luego yo. El viaje era un poco más rápido, no se notaba que el señor
Josh estuviese dando vueltas como lo hizo en el principio. El señor Josh hizo
un par de preguntar de cómo la pasamos en el parque de diversiones y fue Ben
quien le respondió, yo me encontraba callado viendo por la ventana cada casa
que pasábamos.
Cada vez sentía más y más tención, porque
Lilly me dijo eso, o tal vez escuche mal y me dijo “cuida de Ben” pero porque
debía de cuidarlo o porque debía de cuidarme de Ben. Ben era una persona con
dinero, su padre era una persona muy poderosa y estaban el señor Josh y la
señora Donson para cuidarlo, porque yo lo iba a cuidar.
Nos acercábamos más y más a la casa de Ben
y sentía que algo malo estaba a punto de pasar, nuevamente las nauseas
comenzaron a invadirme, al ver mi rostro verde, Ben comenzó a reírse y el señor
Josh me paso una botella de agua.
Ya nos encontrábamos una esquina de la
casa de Ben. El señor Josh había hecho un comentario sobre el clima y ahí pude
percatarme que extrañas nubes negras estaban sobre la casa de Ben “¿porqué solo
sobre su casa?”. Acercándonos más a la casa un enorme relámpago de luz cayó en
el centro de la casa. No sabía qué era eso, era realmente extraño y tenebroso.
-
Ben… ¿Qué es lo que hay en tu casa? – pregunte perplejo
-
Eso… esos… esos son rayos – quedo boquiabierta – los vi
cuando fui de viaje con papá, pero nunca ha habido rayos aquí en Lima – se
estremeció
Ben, al igual que yo, no sabía que estaba
sucediendo, tampoco sabía porque había rayos en su casa. El señor Josh comenzó
a ir más lento cosa que desespero a Ben.
-
Ve más rápido, Josh, ¿no ves lo que está pasando? – exigió,
por primera vez mi amigo, no se encontraba con esa carisma y sonrisa jovial que
lo distinguía de los demás.
Llegamos a la casa de Ben y el señor Josh
se estacionó justo enfrente de la puerta de entrada. Rápidamente Ben se bajo
del carro y fue directo a la puerta, no se tomo la molestia de tocar, sino uno
de los ladrillos que adornaban la puerta estaba flojo y pudo sacarlo, ahí se
encontraba la llave de la puerta. Ben cogió la llave y rápidamente abrió la
puerta, me vio que estaba atrás de él me volvió a tomar la mano y me jalo hacia
adentro.
Ben y yo visualizamos al su papá, el señor
Fitsher, que estaba parado cerca a la puerta. A cada costado del señor Fitsher
nos ubicamos Ben y yo para poder ver quien estaba delante de él. Era la señora
Donson, ella estaba enfrente del señor Fitsher, a una gran distancia. La señora
Donson se encontraba exactamente ubicada frente a la pileta, ella bestia una
gran capa negra que cubría todo su cuerpo y solo dejaba a la vista la mitad de
su rostro, que ya en si era aterrador.
-
Mi gran señor acaba de llegar – grito la señora Donson
haciendo reverencia – ya no es necesario seguir fingiendo.
La señora Donson alzo ambas manos, un rayo
había azotado a la estatua de ángel que se encontraba en la pileta y poco a
poco las plantas comenzaron a marchitarse. Ahora podía entender porque la
señora Donson me daba mala espina y porque mantenía bien cuidadas las plantas,
el aura que ella emanaba era aterrador de solo estar a una gran distancia podía
sentir escalofríos.
Lo que más me sorprendió fue lo que hizo
la señora Donson con las plantas, todo era un rio negro, el jardín de los
Fitshers había muerto. La señora Donson bajo lentamente las manos y lentamente
se saco la capucha que cubría la mitad de su rostro.
-
Esta es mi verdadera forma mi señor, llámeme Pandora –
volvió hacer una reverencia – yo soy su fiel sirvienta…
La señora Donson, ya no era la misma
viejita arrugada, estaba muy cambiada, ella había rejuvenecido. La señora
Donson, Pandora, era más alta, sus largos cabellos eran de un color rojo vivo,
casi parecía llevar fuego en este, tenía dos puntas de cabello en cada lado,
parecían aguijones, su rostro también cambio las arrugas se fueron, su piel
blanca era perfecta y sus ojos negros puros la resaltaban aun mas, sus labios morados
la hacían aun más tenebrosa.
-
¿Qué le has hecho?, maldita arpía – preguntó desafiante el
señor Fitsher
-
Yo nada – rió – solo hice que cada pieza este en su lugar, y
que el amo este en el cuerpo donde debió estar desde un principio – cambio su
expresión a uno de amargura y con una gruesa voz dijo – no en ese repugnante
niño – mi miro directamente a los ojos, parecía matarme con su mirada.
-
¡No trates de llevártelo, es solo un niño! – le reprocho
gritando el señor Fitsher
-
No tengo porque hacer eso, mi señor vendrá por su propia
voluntad – hizo una sonrisa espeluznante – ¡ese es su destino! – puso gran
énfasis en la palabra “destino”
-
Ben, Patrick, ustedes usaron “eso”, ¿ustedes hicieron un
sacrificio? – se dirigió desesperado y sudoroso hacia nosotros
-
Si – respondimos al unísono
-
Por Dios… Ben, Patrick por favor búsquenlo… – hizo una pausa
– busquen el bra…
Rápidamente Pandora se había acercado al
señor Fitsher, las uñas de Pandora habían crecido, de un momento a otro, y cada
punta brillaba con el reflejo de la luz de los rayos. Clavó sus uñas en el
estomago del señor Fitsher y rápidamente alzo su brazo derecho y le corto el
cuello, dejando sangrando al señor Fitsher sin posibilidad de terminar la frase
que iba a pronunciar.
-
Casi se le escapa la lengua señor Fitsher – volvió hacer su
sonrisa escalofriante – nuestro amo vendrá sea como sea – fijo su mirada en Ben
Ben se quedo helado, no se movía casi ni
se escuchaba que respirase. Yo tampoco podía creer lo que estaba pasando, el
señor Fitsher había caído junto a él un rio de sangre se había formado, Pandora
había acabado con el señor Fitsher, y ahora que, vendrá también por nosotros.
Pandora avanzó lentamente, sin hacer
ningún movimiento brusco, se acercó poco a poco a Ben. Cuando llego a estar frente
a frente con Ben se arrodilló, tomo su mano derecha se inclino hasta su mano y
le dio un beso.
-
Soy su fiel ciervo, mi señor – sonrió y junto con el sonido
de un último rayo desapareció.
Las gotas de lluvia comenzaron a caer del
cielo cubriendo el rostro de mi mejor amigo en un gran llanto y este dio un
gran grito que resonó por toda la casa “¡Papá…!”
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