jueves, 9 de agosto de 2012

Luz de Esperanza


Ben aun continuaba hecho una piedra, no se movía para nada. Trate de moverlo una y otra vez, felizmente pudo reaccionar y lo único que pronunció fue “papá” y fue corriendo hasta donde se encontraba su padre, tirado y desangrándose a unos cuantos pasos de él.
-       ¿Por qué, papá…? – dijo Ben entre llantos
-       Patrick, Ben por favor busquen el brazalete… – fue lo último que dijo antes que sus ojos se cerraran y su respiración cesara.
     Creo que ya entendía a lo que refería Lilly, me decía que lo cuide de lo que iba a pasar. Lilly era también adivina como su madre, solo que sus habilidades aún eran pequeñas, pero cómo… cómo ella pensaba que lo iba a cuidar, yo quede como Ben, hecho piedra sin mover ni un solo dedo.
     Al ver a Ben llorar por la muerte de su padre y tener este cargo de conciencia por la advertencia de Lilly, hicieron que yo también comenzara a derramar lágrimas. Me ubique justo al lado de Ben, quien estaba arrodillado abrazando a su padre.
     El señor Josh recién acababa de entrar a la casa por la puerta de la cochera, vio al señor Fitsher tirado y desangrado, y rápidamente saco su celular para llamar a la ambulancia. Ya era demasiado tarde, el señor Josh había tardado demasiado, ya el señor Fitsher no respiraba más. Cogió a Ben suavemente, Ben continuaba sin pronunciar palabra alguna y siguió las indicaciones del señor Josh, y lo llevo hacia la casa directo su habitación.
-       Ben… cuídate – le dije con la voz apagada y casi inaudible, solo esperaba que pueda escuchar, volvió para darle una última mirada a su padre y luego me miro y volvió a voltearse
     Espere arrodillado junto al cuerpo del señor Fitsher, esperando que alguien venga a sacarme se está desagradable y tenebrosa escena. Un viento helado paso por mi cuello, fue tan tenebroso que parecía que alguien como Pandora estuviese detrás de mí. Ese viento continuó hasta llegar al señor Fitsher, al ver esto me di cuenta que todo podría pasarme, junto con el viento el señor Fitsher poco a poco se volvía polvo y continuo siguiéndole los pasos a este.
     Había quedado perplejo, como el señor Fitsher se volvió cenizas en unos pocos minutos. Al disolverse las cenizas del señor Fitsher las nubes negras también se alejaron de la casa.
     Me quede arrodillado donde estaba ubicado el cuerpo del señor Fitsher, la sangre aun continuaba dispersada por todo el piso. A lo lejos pude ver que el señor Josh se acercaba poco a poco. Cada vez que se acercaba notaba que su rostro cambiaba de una agonía a uno molesto.
-       ¿Dónde está?.... ¿¡dónde está el cuerpo!? – exigió gritándome
-       No… no… no lo sé – respondí temeroso
-       ¡Como que no sabes!... ¡un cuerpo no desaparece así por así!... ¿¡Dónde está!? – volvió a exigir
-       No lo sé, enserio – comencé a llorar por la presión que el señor Josh me estaba ocasionando – se volvió polvo y el viento se lo llevó – confesé lo que había sucedido
-       Maldición – casi ni se le pudo escuchar – bueno chico nos vamos, te voy a dejar en tu casa
-       No es necesario, yo puedo ir solo – no quería ir solo en un carro junto a una persona quien me gritaba y me miraba con ojos de maldad
-       Está bien, puedes irte si quieres – me dijo fríamente y se regreso hacia la casa
     Antes de salir fui un rato hacia la pileta para mojarme la cara y el cabello, para poder disimular mis llantos, aunque mamá no era tan ingenua como para creérselo, pero ya algo se me habría de ocurrir en ese momento. Sin más salí de la casa de mi mejor amigo, Ben, sin saber cómo se sentía en ese momento y sin saber que pasara mañana. Solo esperaba volverlo a ver a sonreír pronto.
     Anduve caudalosamente, contado los pasos que daba. Tenía miedo de que algo más pasara, de que una cosa inimaginable sucediera nuevamente ante mis ojos, o que otra vez este demonio vuelva a emerger y tomar control de mí.
     Llegue a casa, y por suerte, mamá ya se encontraba en su habitación. De su habitación me grito si estaba todo bien y que si tenía hambre había un poco de comida en el microondas, trate de que mi voz no sonara apagada y que sonara como normalmente sonaba para que mamá no se dé cuenta que algo andaba mal. Ya no tenía apetito para una cuchara de comida.
     Me bañe y cambie, para quitarme todo este amargo mal rato. Entre a mi cuarto y la luna se podía visualizar por mi ventana, una agradable media luna, tan brillante y resplandeciente. Mis ojos se sumergieron ante la imagen de la magnífica media luna, del solo verla sentía que todos los problemas se iban, podía al fin sentirme como un niño normal, que solo juega con juguetes y no asesina o ve a asesinos diariamente.
     Quede sentado recostado en el marco de la venta, viendo tranquilamente la imagen resplandeciente de la media luna. Quería que mis problemas cesen  y viendo ese gran resplandor es como podía dejar los problemas a un lado y sumergirme a una gran maravilla, que era la luna.

     Esa misma noche, en un lugar muy alejado de donde me encontraba, el cual parecía estar ubicada dentro de una cueva donde la luz de la luna apenas podía iluminar el lugar. Pandora, nerviosamente, se acercaba a paso ligero hacia una extraña figura, quien estaba sentado en una especia de trono, que se encontraba a un rincón de la cueva donde la tenue luz de la luna no llega. Él no le tomaba mucha importancia a la llegada de Pandora, pero fue algo de lo que esta dijo para que él se levante de su trono.
-       Mi señor, – Pandora hizo una reverencia y quedo arrodillada – tanto tiempo sin verlo
-       Pandora – no hizo ningún movimiento, pero pudo notar los nervios de esta con solo verle la mirada - ¿qué es lo que tienes para mí?
-       Mi señor – volvió a inclinar la cabeza – el chico es nuestro – sonrió – como usted lo quería
     Aunque Pandora no pueda verlo, ella estaba segura que el gesto de él era de duda. No podía arriesgarse, su vida ahí estaba en juego, y tener que ser sincera y no titubear en una sola palabra…
-       Muy bien, muy bien – comenzó a aplaudir, los nervios de Pandora comenzaron a aumentar – ¿por qué estas tan nerviosa? ¿Qué es lo que te asusta?
-       Mi señor – se levantó – él sigue con vida – se encontraba con la cabeza agachada mirando al suelo – Andran sigue con vida.
     Pandora sabía que su vida colgaba de un hilo. Al escuchar ese nombre él se levanto, y una fuerte ventisca golpeo todo el lugar, haciendo que Pandora retrocediera un par de pasos.
-       ¡Cómo es posible que él siga con vida! – grito - ¿¡acaso no estabas ahí para asegurarte que todo salga según lo planeado!? – se acercó a Pandora y la tomo del cuello, alzándola como una sola mano. Lo único que se podía ver de él.
-       Hizo todo tal como me lo pidió, pero el joven amo no pronuncio su nombre… – a Pandora se le ocurrió algo que podía salvarla, y su sonrisa siniestra volvió a aparecer - ¡Lo mate!... yo lo mate… ¡mate al poderoso Fitsher!
     Le gusto las últimas palabras que salieron de la boca de su sirvienta. Tiró, fuertemente, a Pandora al suelo y acerco hacia otra persona, quien también estaba escuchando toda la conversación pero no intervenía.
-       ¿Qué opinas?
     Una señora de unos cuarenta años de edad, aproximadamente, se encontraba prisionera. Ella estaba dentro de una especia de jaula, parecía no haber comido en días y apenas le daban agua para que pueda hablar, sus ojos negros vivos resaltaban ante la tenue luz de la luna.
-       De todas formas el joven Ben vendrá, pero no estará solo – Pandora se encontraba algo aliviada. Pero esta mujer, tampoco se podía arriesgar y mentir – pero... Fitsher no está muerto…
     Pandora, al escuchar las palabras de esta mujer, retrocedía, su rostro de temor volvió “imposible… imposible… ¡imposible!”. Pero tenía un as bajo la manga, pero esta, no la iba a librar del todo.
-       Aun lo tenemos a él – se escuchaba desesperada – él se quedo con el joven amo – trato de sonreír – aun nada está dicho…
     Una gran mano la tomo y en todo el lugar se escucharon los gritos de Pandora tras recibir su castigo. Mientras que la mujer encerrada se encontraba viendo la luna, y haciendo caso omiso a lo que estaba pasando ahí. Una gran nube estaba apunta de pasar, estorbando el paso de la luz de la luna. La mujer, botando un par de lágrimas y sonriendo pensó “te volveré a ver… hija mía…
     Las luces se apagaron...

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