Ben
aun continuaba hecho una piedra, no se movía para nada. Trate de moverlo una y
otra vez, felizmente pudo reaccionar y lo único que pronunció fue “papá” y fue
corriendo hasta donde se encontraba su padre, tirado y desangrándose a unos cuantos
pasos de él.
- ¿Por
qué, papá…? – dijo Ben entre llantos
- Patrick,
Ben por favor busquen el brazalete… – fue lo último que dijo antes que sus ojos
se cerraran y su respiración cesara.
Creo que ya entendía a lo que refería
Lilly, me decía que lo cuide de lo que iba a pasar. Lilly era también adivina
como su madre, solo que sus habilidades aún eran pequeñas, pero cómo… cómo ella
pensaba que lo iba a cuidar, yo quede como Ben, hecho piedra sin mover ni un
solo dedo.
Al ver a Ben llorar por la muerte de su
padre y tener este cargo de conciencia por la advertencia de Lilly, hicieron
que yo también comenzara a derramar lágrimas. Me ubique justo al lado de Ben,
quien estaba arrodillado abrazando a su padre.
El señor Josh recién acababa de entrar a
la casa por la puerta de la cochera, vio al señor Fitsher tirado y desangrado,
y rápidamente saco su celular para llamar a la ambulancia. Ya era demasiado
tarde, el señor Josh había tardado demasiado, ya el señor Fitsher no respiraba
más. Cogió a Ben suavemente, Ben continuaba sin pronunciar palabra alguna y
siguió las indicaciones del señor Josh, y lo llevo hacia la casa directo su
habitación.
- Ben…
cuídate – le dije con la voz apagada y casi inaudible, solo esperaba que pueda
escuchar, volvió para darle una última mirada a su padre y luego me miro y
volvió a voltearse
Espere arrodillado junto al cuerpo del
señor Fitsher, esperando que alguien venga a sacarme se está desagradable y
tenebrosa escena. Un viento helado paso por mi cuello, fue tan tenebroso que
parecía que alguien como Pandora estuviese detrás de mí. Ese viento continuó
hasta llegar al señor Fitsher, al ver esto me di cuenta que todo podría
pasarme, junto con el viento el señor Fitsher poco a poco se volvía polvo y
continuo siguiéndole los pasos a este.
Había quedado perplejo, como el señor
Fitsher se volvió cenizas en unos pocos minutos. Al disolverse las cenizas del
señor Fitsher las nubes negras también se alejaron de la casa.
Me quede arrodillado donde estaba ubicado
el cuerpo del señor Fitsher, la sangre aun continuaba dispersada por todo el
piso. A lo lejos pude ver que el señor Josh se acercaba poco a poco. Cada vez
que se acercaba notaba que su rostro cambiaba de una agonía a uno molesto.
- ¿Dónde
está?.... ¿¡dónde está el cuerpo!? – exigió gritándome
- No…
no… no lo sé – respondí temeroso
- ¡Como
que no sabes!... ¡un cuerpo no desaparece así por así!... ¿¡Dónde está!? –
volvió a exigir
- No
lo sé, enserio – comencé a llorar por la presión que el señor Josh me estaba
ocasionando – se volvió polvo y el viento se lo llevó – confesé lo que había
sucedido
- Maldición
– casi ni se le pudo escuchar – bueno chico nos vamos, te voy a dejar en tu
casa
- No
es necesario, yo puedo ir solo – no quería ir solo en un carro junto a una
persona quien me gritaba y me miraba con ojos de maldad
- Está
bien, puedes irte si quieres – me dijo fríamente y se regreso hacia la casa
Antes de salir fui un rato hacia la pileta
para mojarme la cara y el cabello, para poder disimular mis llantos, aunque
mamá no era tan ingenua como para creérselo, pero ya algo se me habría de
ocurrir en ese momento. Sin más salí de la casa de mi mejor amigo, Ben, sin
saber cómo se sentía en ese momento y sin saber que pasara mañana. Solo
esperaba volverlo a ver a sonreír pronto.
Anduve caudalosamente, contado los pasos que
daba. Tenía miedo de que algo más pasara, de que una cosa inimaginable
sucediera nuevamente ante mis ojos, o que otra vez este demonio vuelva a
emerger y tomar control de mí.
Llegue a casa, y por suerte, mamá ya se
encontraba en su habitación. De su habitación me grito si estaba todo bien y
que si tenía hambre había un poco de comida en el microondas, trate de que mi
voz no sonara apagada y que sonara como normalmente sonaba para que mamá no se
dé cuenta que algo andaba mal. Ya no tenía apetito para una cuchara de comida.
Me bañe y cambie, para quitarme todo este
amargo mal rato. Entre a mi cuarto y la luna se podía visualizar por mi
ventana, una agradable media luna, tan brillante y resplandeciente. Mis ojos se
sumergieron ante la imagen de la magnífica media luna, del solo verla sentía
que todos los problemas se iban, podía al fin sentirme como un niño normal, que
solo juega con juguetes y no asesina o ve a asesinos diariamente.
Quede sentado recostado en el marco de la
venta, viendo tranquilamente la imagen resplandeciente de la media luna. Quería
que mis problemas cesen y viendo ese
gran resplandor es como podía dejar los problemas a un lado y sumergirme a una
gran maravilla, que era la luna.
Esa misma noche, en un lugar muy alejado
de donde me encontraba, el cual parecía estar ubicada dentro de una cueva donde
la luz de la luna apenas podía iluminar el lugar. Pandora, nerviosamente, se
acercaba a paso ligero hacia una extraña figura, quien estaba sentado en una
especia de trono, que se encontraba a un rincón de la cueva donde la tenue luz
de la luna no llega. Él no le tomaba mucha importancia a la llegada de Pandora,
pero fue algo de lo que esta dijo para que él se levante de su trono.
- Mi
señor, – Pandora hizo una reverencia y quedo arrodillada – tanto tiempo sin
verlo
- Pandora
– no hizo ningún movimiento, pero pudo notar los nervios de esta con solo verle
la mirada - ¿qué es lo que tienes para mí?
- Mi
señor – volvió a inclinar la cabeza – el chico es nuestro – sonrió – como usted
lo quería
Aunque Pandora no pueda verlo, ella estaba
segura que el gesto de él era de duda. No podía arriesgarse, su vida ahí estaba
en juego, y tener que ser sincera y no titubear en una sola palabra…
- Muy
bien, muy bien – comenzó a aplaudir, los nervios de Pandora comenzaron a
aumentar – ¿por qué estas tan nerviosa? ¿Qué es lo que te asusta?
- Mi
señor – se levantó – él sigue con vida – se encontraba con la cabeza agachada
mirando al suelo – Andran sigue con vida.
Pandora sabía que su vida colgaba de un
hilo. Al escuchar ese nombre él se levanto, y una fuerte ventisca golpeo todo
el lugar, haciendo que Pandora retrocediera un par de pasos.
- ¡Cómo
es posible que él siga con vida! – grito - ¿¡acaso no estabas ahí para
asegurarte que todo salga según lo planeado!? – se acercó a Pandora y la tomo
del cuello, alzándola como una sola mano. Lo único que se podía ver de él.
- Hizo
todo tal como me lo pidió, pero el joven amo no pronuncio su nombre… – a
Pandora se le ocurrió algo que podía salvarla, y su sonrisa siniestra volvió a
aparecer - ¡Lo mate!... yo lo mate… ¡mate al poderoso Fitsher!
Le gusto las últimas palabras que salieron
de la boca de su sirvienta. Tiró, fuertemente, a Pandora al suelo y acerco
hacia otra persona, quien también estaba escuchando toda la conversación pero
no intervenía.
- ¿Qué
opinas?
Una señora de unos cuarenta años de edad,
aproximadamente, se encontraba prisionera. Ella estaba dentro de una especia de
jaula, parecía no haber comido en días y apenas le daban agua para que pueda
hablar, sus ojos negros vivos resaltaban ante la tenue luz de la luna.
- De
todas formas el joven Ben vendrá, pero no estará solo – Pandora se encontraba
algo aliviada. Pero esta mujer, tampoco se podía arriesgar y mentir – pero...
Fitsher no está muerto…
Pandora, al escuchar las palabras de esta
mujer, retrocedía, su rostro de temor volvió “imposible… imposible…
¡imposible!”. Pero tenía un as bajo la manga, pero esta, no la iba a librar del
todo.
- Aun
lo tenemos a él – se escuchaba desesperada – él se quedo con el joven amo –
trato de sonreír – aun nada está dicho…
Una gran mano la tomo y en todo el lugar
se escucharon los gritos de Pandora tras recibir su castigo. Mientras que la
mujer encerrada se encontraba viendo la luna, y haciendo caso omiso a lo que
estaba pasando ahí. Una gran nube estaba apunta de pasar, estorbando el paso de
la luz de la luna. La mujer, botando un par de lágrimas y sonriendo pensó “te volveré a ver… hija mía…”
Las luces se apagaron...
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